sábado, 5 de julio de 2014

Magia potagia

En este enlace hay un reportaje interesante del Telediario de TVE-1, donde a veces aún se aprovechan los huecos que dejan asuntos tan trascendentales como el turismo, la gastronomía y el fútbol:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/telediario/magia-ensena-sobre-cerebro/2639408/

En algún punto se dice que el cerebro percibe un 1% de la "realidad" que hay "ahí fuera" y rellena el resto, valiéndose en gran parte de la memoria para ello. Eso está muy en línea con la vipassana. Lo que no queda claro es qué proporción representa ese 1% de "realidad" captada "ahí fuera" cuando se convierte en experiencia interna, pero sospecho que el porcentaje es abrumador a favor del relleno propio.

La buena noticia es que todos somos magos, aunque no lo sepamos: llevamos tanto tiempo haciéndonos magia a nosotros mismos que ya no nos damos cuenta. Y lo mismo pasa con casi todos los que nos rodean. Cada uno vive en gran medida en su propia Matrix, que opera subliminal pero férreamente.

La mala noticia es que hemos malversado nuestro potencial de hacer magia blanca e inofensiva, y en realidad nos estamos haciendo magia negra a nosotros mismos, sin saberlo del todo pero sin buscarle remedio tampoco, excepto cuando el sufrimiento irrumpe de manera insoportable.

Entonces, a mí me surge la pregunta: si es verdad que nuestra experiencia es tan abrumadoramente inventada, ¿merece la pena sufrir en mundos de ficción? ¿No tiene mucho más sentido despertar y aprender a vivir con las ilusiones naturales (la magia blanca) y sin dukkha (la magia negra)?

¿No hay algo de intolerable en ver cómo sufrimos y nos dañamos unos a otros en esta sociedad que a veces parece una gran trituradora del espíritu humano?

La vía del Dharma abre la posibilidad del cambio real donde más potente es, pero donde más cuesta: en el corazón de cada uno. No es un camino de revoluciones sociales o políticas porque, como dice el Daodejing (en una traducción libre pero memorable),

El mundo es sagrado.
No se puede mejorar.
Si lo toqueteas, lo estropeas.
Si lo tratas como un objeto, lo pierdes.



Y también:

Intentar controlar el futuro 
es como intentar ponerse en el lugar del maestro carpintero.
Cuando manejas las herramientas del maestro carpintero
lo más probable es que te cortes la mano.

Sin embargo, si todos siguiéramos nuestro Dharma natural a conciencia, sin dogmatismos (budistas o de otro cuño), el resultado también supondría la mayor revolución social y política de la historia.

¿Cómo no soñar con un mundo sin magias negras, lleno de personas despertadas, o al menos sin identidad?

Aunque sea una quimera, ¿cómo no trabajar por ello?

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