jueves, 3 de mayo de 2012

Entrevista con Helen Tworkov (y 4)


WIE: Dijiste antes que tenías la impresión de que muchos de los que enseñan hoy no tienen el mismo tipo de transmisión de la mente despertada que tenía sus maestros—

HT: Sí, pero tengo que lidiar con mis propias ideas preconcebidas. A mí me entrenaron e influyeron maestros que eran extremadamente estrictos con respecto a la transmisión del Dharma. Ahora, algunos de estos mismos maestros le están dando la transmisión del Dharma a cualquier fulano o mengano que pase por ahí. Han cambiado. Así que igual me tengo que mirar dónde estoy atascada.

WIE: Puede ser, pero antes te referiste a esforzarte en busca de eso que llamas “lo incognoscible” y “lo impensable”. Parecía que estabas sugiriendo que si el maestro está enseñando un Dharma escolástico, sin comunicar la esencia del camino y de la meta espiritual, entonces hay algo esencial que se está perdiendo.

HT: Aún no lo sabemos. Quizá sea así. Al menos, con todos estos maestros de la tradición Zen, sus estudiantes se están sentando [en meditación] de forma regular. Quizá lo mejor que alguien pueda hacer es enseñarle a la gente el cojín de meditación.

WIE: ¿Es eso lo que piensas?

HT: Claro que preferiría que todo el mundo estuviera estudiando con maestros bestialmente iluminados. Muéstrame uno. ¡Claro! ¿No sería fantástico si el mundo estuviera poblado por gente plenamente despierta e iluminada? ¿No sería maravilloso? No parece que sea el caso.

WIE: Estás diciendo “¿No sería maravilloso si estuvieran iluminados?” Otro podría decir: “Bueno, a mí no me importa. No me importa si alguien se limita a mostrarme el cojín”. Así que obviamente sientes que hay una gran diferencia entre tener un maestro iluminado y tener un maestro no iluminado.

HT: No, en realidad no estoy seguro de que la haya. ¿Cuánta gente puede aprovechar un maestro iluminado? Me estás intentando encajar en un esquema de sí o no, pero la verdad es que no lo sabemos. Por ejemplo, creo que Tricycle tiene un enorme valor. Pero no es una revista iluminada. Lo único que hace es presentarle el Dharma a la gente. La gente tiene que encontrar su propio camino y tienen que inspirarse a partir de sus propias percepciones.

Como budista y practicante, siempre voy a tener interés en el budismo. Siempre voy a tener interés en el Zen. Amo esa tradición. Pero, como editora, lo que me preocupa es: “¿Qué es lo que el budismo tiene que ofrecer a este país que no esté ya aquí?” Si lo único que estás haciendo es duplicar lo que ya está aquí a través de las tradiciones cristiana y judía, entonces me parece una pérdida de tiempo total. Mira el “budismo comprometido”, por ejemplo. Desde luego que no hay ningún problema con cualquier budista individual que quiera trabajar en una cárcel o una residencia para enfermos terminales de SIDA, o lo que sea que quieran hacer. Es una labor maravillosa. Sin embargo, personalmente nunca he llegado a ver qué es lo que hace que cualquiera de esos programas sea budista. Y tampoco he llegado a ver nunca qué los hace “budistas comprometidos” en vez de simplemente budistas. He leído mucho acerca del “budismo comprometido”; suena muy parecido al budismo. Nunca he pillado la distinción. Tampoco he visto que ese tipo de actividad sea distinto de gran parte de la labor caritativa cristiana. El verdadero sentido de la caridad cristiana es maravilloso. Y no es que no sea maravilloso trabajar con el SIDA o las residencias para enfermos terminales o cualquier otro trabajo. Pero a mí me interesa más ver qué es lo que puede ofrecer el budismo que no tengamos ya aquí. Ya tenemos un sentido de acción social que es una parte profunda de nuestra cultura.

WIE: Entonces, ¿qué es lo que crees que puede ofrecer el budismo?

HT: Creo que lo que puede ofrecer el budismo que no está en nuestra cultura son las enseñanzas sobre la naturaleza de la mente. Entender que tu propia mente tiene la capacidad de crear una tremenda cantidad de sufrimiento para ti mismo y para los demás, y también que tiene la capacidad de disolver una gran cantidad de sufrimiento para ti mismo y para los demás. No tienes que ser un genio místico para usar esas enseñanzas y mejorar tu vida considerablemente. Estamos hablando de forma muy profunda y sutil de la naturaleza de la mente, y cuando aceptas la posibilidad de una realidad no dualista, incluso el sentido de la compasión se vuelve diferente.

WIE: Cuando hablas de entender la naturaleza de la mente, ¿estás hablando en cierto sentido de una realización de lo Absoluto o algún sentido de lo no dual? ¿Crees que la diferencia entre lo que llamas ética cristiana y lo que el budismo puede ofrecer como perspectiva ética procede de una mente despertada, de una comprensión de lo no dual?

HT: Sí, pero insisto, probablemente solo hay media docena de personas que de verdad, genuinamente pueden soportar la intensidad de vivir en una realidad completamente no dualista.

WIE: Pero gracias a Dios que tenemos esos ejemplos, de manera que sabemos que hay algo más elevado por lo que nos podemos esforzar, porque sin ellos o los escritos sobre ellos—

HT: Claro, y sería magnífico que esas enseñanzas del budismo se manifestaran a través de una mente tan vacía que pudieras saborear esa capacidad tú mismo. Tienes que tener alguna experiencia de la posibilidad de vaciar tu mente o si no se convierte en algo teórico. Aunque incluso en teoría es bastante potente.

Las enseñanzas sobre la mente son la tradición de la iluminación. Esas enseñanzas son muy ajenas a nuestra cultura pero se pueden incorporar a esta cultura de manera amplia y beneficiosa. Pueden tener un efecto enorme sobre la sociedad y el sentido de responsabilidad que la gente tiene hacia sí misma y hacia los que les rodean. Esa es la tradición de la iluminación.

WIE: Tengo una última pregunta para ti. Imagina que sales de tu apartamento en Chelsea y caminas hasta las oficinas de Tricycle. Cuando llegas a Vandam, miras calle abajo y, para tu sorpresa, ves una muchedumbre de diez o veinte mil monjes y monjas que llenan la manzana entera. Te abres paso a través del gentío de monjes y monjas hasta llegar a tu edificio. Cuando alcanzas la entrada, miras y ves a alguien de pie ante la puerta —y no es otro que el Buda en persona. Le miras y no tienes ninguna duda de que, sí, es el Buda. Si eso ocurriera, y él te mirara y dijera: “Bien, Helen, ha llegado tu momento. Déjalo todo y únete a mi orden de monjes y monjas”, —¿lo harías?

HT: ¡No tengo ni idea! ¡Es algo tan hipotético que no me lo puedo ni imaginar! Ni siquiera es una fantasía que pueda concebir. Siento que te estoy decepcionando, pero no me lo puedo ni plantear; es demasiado hipotético para mí. Nada más estoy intentado llegar al lugar en donde salgo por la puerta y camino calle abajo, ¿sabes lo que digo? ¡Aún me estoy ocupando de andar por la calle!