sábado, 8 de marzo de 2014

La sangha invisible



Aquí están los caracteres chinos de las tres joyas, Buda, Dharma y Sangha, en una composición que me envía Jieshishan desde Argentina.

El Buda en realidad es el acervo interno de todos los conocimientos acumulados en la especie humana a lo largo de su evolución sobre cómo nacer, crecer, vivir y, finalmente, morir de manera sana y natural. Mediante él, estamos sutilmente unidos con los humanos que nos han precedido en esta Tierra, nuestros ancestros, y con los que nos seguirán.

El Dharma es la ley natural que gobierna todo lo que existe en este mundo de ilusiones, incluida nuestra propia existencia aparente, su forma de surgir, desarrollarse y cesar. Mediante él, estamos unidos con todos los demás seres vivos y con todo lo que existe, animado e inanimado: estrellas, rocas, plantas y animales, igual que humanos.

La Sangha para algunos es solo la comunidad de monjes y laicos budistas. Personalmente, encuentro esta idea limitada y poco útil. Además, uno no siempre tiene la suerte de contar con una comunidad de personas afines, dedicadas a practicar el Dharma.

¿Nos falta una pata, entonces? No, porque hay una Sangha invisible. Si de verdad estamos unidos con el Buda interno y con el Dharma, eso automáticamente nos coloca en unidad con todos los seres, sintientes y no sintientes. ¿Cómo podría ser de otro modo? Igual que el Buda y el Dharma, la Sangha verdadera la llevamos dentro: es la reverberación interna de sabernos portadores del Buda y el Dharma en nuestro corazón y saber que todos los demás también los comparten con nosotros, aunque no siempre estén a la vista, compartiendo nuestro camino hombro con hombro.

Así, la triple joya siempre está potencialmente presente en nuestro corazón.