miércoles, 2 de julio de 2014

Dharma y psicoanálisis



El texto anterior sobre las virtudes diferenciales del Dharma ha dado lugar a un intercambio con un viejo amigo que conoce bien el psicoanálisis, y que publico a continuación (con su permiso) por si puede ayudar a aclarar más qué es lo que ofrece cada uno de estos caminos.

Yo lo veo así: el psicoanálisis libera el deseo como un anhelo de recuperar una vivencia de satisfacción del pasado, pero mostrando a la vez que ese deseo nunca puede satisfacerse; el Dharma enseña que aquella vivencia de satisfacción era falsa y estaba condicionada por la identidad y así nos libera del mismo deseo. En esa liberación va apareciendo y creciendo una naturaleza sana no contaminada por las identidades. 

Ok, gracias. Si te parece, me gustaría ahondar un poco más en esta cuestión, a ver si entiendo bien.
Dices que el psicoanálisis “libera el deseo” y el Dharma “libera del deseo”. Tengo la impresión de que al usar las mismas palabras estás postulando una semejanza que en realidad no existe; evidentemente, no por que dos personas o escuelas hablen de las mismas cosas están necesariamente diciendo lo mismo. Quizá la diferencia se aprecia mejor desde el Dharma trascendental que el gradual, representado en tu caso por la vipassana.
Según lo expones, el psicoanálisis libera de un deseo concreto y específico: recuperar una vivencia satisfactoria del pasado. ¿Es una sola vivencia y siempre la misma para todos o son varias y distintas para cada uno? Y ¿de qué libera a ese deseo? ¿Qué lo aprisiona?
Parece como si el deseo en el psicoanálisis fuese un genio no benévolo al que hay que sacar de la botella para que deje de incordiar (causando sufrimiento) y luego domarlo haciéndole ver que, aunque esté fuera de la botella, no todo el monte es orégano.
No sé si esto es una representación justa de las ideas del psicoanálisis; corrígeme si no lo es.

El Dharma, por contra, enseña esto:

* que la(s) vivencia(s) de satisfacción era(n) falsa(s) en origen; (la vipassana permite
experimentar esto)
* que las vivencias de insatisfacción y neutralidad también son falsas –en esencia, todas las vivencias son falsas, es decir, inventadas por la mente; (la vipassana permite experimentar esto)
* que la recuperación de esa vivencia –y, de hecho, de cualquier vivencia– mediante la memoria es igualmente falsa; (la vipassana permite experimentar esto)
* que el deseo (gusto, no-gusto, indiferencia intelectual) es falso; (la vipassana permite experimentar esto)
* que el propio “deseante” también es falso –no hay un “yo” sustancial y permanente; (la vipassana permite experimentar esto)
* que cuando se desvanecen todas las falsedades lo que emerge es algo calmo y simple, que el Dharma considera la propia naturaleza benévola de cada aparente individuo, y que a pesar de su sencillez es suficiente para vivir en el mundo en armonía y unidad con todo (para esto ya hace falta el Dharma trascendental).

Por volver al símil de la botella: para el budismo el genio es falso, la botella no existe, no hay monte ni orégano, y la cohabitación con el deseo domesticado mediante el desengaño está lejos de ser una condición sana –y mucho menos el máximo al que podemos aspirar.
Sospecho que una diferencia fundamental entre psicoanálisis y Dharma es el principio de realidad que se usa como medida correctora en el primero y el “principio de irrealidad”, podríamos llamarlo, que se usa como disolvente en el segundo. Un enfoque es pactista, como corresponde al temperamento de codicia/discriminación de su fundador, y el otro es de rompe y rasga, propio de la aversión/inteligencia natural de Gautama. A mí me siguen pareciendo muy distintos.
Comparto esta conversación también con X. Creo que podría ser útil para aclarar conceptos y asegurarnos que pisamos un terreno común.
Cuando digo que el psicoanálisis “libera el deseo” y el budismo “libera del deseo” quería más bien contraponerlos, no asimilarlos. No sé si esa contraposición está determinada por una visión del Dharma más como superación del deseo que como superación de la dualidad (ignorancia). 

Estoy de acuerdo en lo que dices en relación con el principio de realidad-irrealidad, y es muy interesante. En el psicoanálisis el principio de realidad es un postulado básico (y parece como algo dado e inmodificable) frente al principio de placer-displacer, que dice que el aparato psíquico tiende al nivel mínimo de excitación y que cualquier alteración produce un displacer; el placer sería solo la supresión de ese displacer.

El deseo es un anhelo de recuperación de esa experiencia primera de satisfacción que consistió en la supresión de un displacer y que tiene su forma básica en la satisfacción del hambre del niño por el pecho de la madre. La vivencia de satisfacción está unida en todos a los mismos objetos: pecho, heces, genitales, aunque la forma de integrar esas experiencias varía en cada individuo. El psicoanálisis libera el deseo de las represiones, la culpa, del super-yo (en la concepción del psicoanálisis de esa instancia psíquica). 

También estoy de acuerdo en lo que dices de la vipassana.  Pregunto: ¿Eso calmo y simple, la naturaleza budista, no puede emerger o vislumbrarse con el mantra o la vipassana?

Muy bien, creo que nos estamos entendiendo.

Ten en cuenta que la visión del Dharma como superación del deseo es una interpretación parcial y poco ilustrada, abrazada a menudo (al menos en Occidente) con intención de descalificar al Dharma como negación de la vida. Los que hayáis seguido el curso de vipassana deberíais saber que, incluso en su versión gradual, el Dharma va más allá (y los que hayáis conocido a Shanjian además deberíais albergar serias dudas de que el Dharma niegue la vida!).

La existencia de la identidad se explica por el ciclo de la originación dependiente; el deseo no es más que uno de los doce radios que sustentan esa rueda. Es verdad que el budismo Theravada lo ha elegido como su ángulo de ataque preferente, pero otras vías del Dharma apuntan en otra dirección. Es mucho más adecuado decir que el Dharma, tanto en su versión gradual como en la trascendental, ayuda a superar o disolver la identidad.
En cuanto a lo que preguntas sobre la propia naturaleza, sospecho (aunque aún no lo puedo confirmar por experiencia propia) que solo emerge cuando se han disuelto las identidades y la dualidad. Otra cosa es que uno pueda sentir indicios o vislumbres íntimos que apuntan a su presencia sutil; pero se supone que solo tras el despertar se manifiesta por completo y se deja sentir en la vida diaria.
Mi impresión personal es que cuando Shanjian escribió sobre el mantra tenía la idea de que podía llevar hasta el despertar, pero luego cambió de opinión. Es algo que intuyo al leer las diferencias entre los tres libros del comentario al Gran Mantra y el breve Libro de Oraciones, que es posterior.

Eso no quita para que tanto el mantra como la vipassana sean prácticas fantásticas.

Muy bien, gracias. 

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