¿Cómo es posible que alguien arroje a tres cachorros indefensos a una balsa de alquitrán para matarlos? ¿Qué mezcla de crueldad y ceguera puede explicar esa decisión?
Afortunadamente, también hay gente -y son muchos más- que hace todo lo que está en sus manos para contrarrestar esta barbarie. Pero, en este caso, eso no fue suficiente y uno de los tres perritos se quedó por el camino... y quién sabe si nos enteraremos de la suerte de los otros dos una vez pasado el revuelo mediático.
http://blogs.elpais.com/emperrados/2015/06/tres-cachorros-a-una-poza-de-alquitr%C3%A1n.html
Todos reaccionamos con vehemencia ante noticias como esta, pero hoy quiero ver qué puedo aprender de esto más allá de la repugnancia moral... ¿Puedo aprovechar esta historia para abrir un poco las puertas de la sabiduría y compasión que disuelvan esta ceguera?
El chapapote que cubre al perro de la izquierda es una buena imagen de lo que hace la ignorancia que ciega y mata. Pero aparte de la persona que intentó acabar con él, ese animal ha sido víctima de la ignorancia humana universal, de la que yo también soy parte hasta que me libere. ¿Cómo no sentirme manchado por esa vergüenza?
La foto de la derecha muestra al mismo perro ya limpio, con su pelaje restaurado y aparentemente tranquilo y contento. Entonces, ¿está todo bien ya? En términos mundanos parecería que sí, pero si aplico el Dharma veo que hay algo más profundo... no me puedo quedar en la superficie.
Si cuando miro esa foto solo veo al cachorro individual, proyecto hacia él mis sensaciones y emociones y me identifico virtualmente con él como "pobre víctima", entonces se genera un bucle de falsa compasión que no ayuda a nadie y facilita el apego de base egoísta. Al humanizarlo, en realidad lo estoy degradando en vez de hacerle un favor. Cualquier ser vivo es digno y valioso de por sí sin tener que parecerse a nosotros, los auto-proclamados "reyes de la Creación".
En cambio, si miro dentro del animal individual (o la planta) olvidando los detalles hasta llegar a su fondo, que es simplemente estar vivo e intentar seguir vivo, puedo tocar el corazón de la misma fuerza que me anima a mí y me unifica con todos los seres del mundo. Esa es la raíz de la verdadera compasión.
Este perro es un animal fantástico; no es una "pobre víctima" ni tampoco un peluche. Puede haber necesitado ayuda para reparar una barbaridad inhumana, pero no requiere nuestra conmiseración. Lo único que quiere y necesita es que se le deje vivir de acuerdo con su propia naturaleza.
Y en eso, vista nuestra condición actual, los humanos podemos interferir más que ayudar si no andamos con cuidado, usando las herramientas de nuestra naturaleza liberada.
Así que larga vida a Chapa y Pote (los dos cachorros), gracias a sus salvadores, y ojalá su historia me recuerde siempre que nosotros también podemos vencer a la ignorancia y quitarnos esa capa de alquitrán viscoso y tóxico para simplemente respirar y vivir con naturalidad.