sábado, 9 de enero de 2016

Magia Potagia



Recuerdo cómo hace años un amigo que había acudido a Can Catarí a recibir instrucciones sobre cómo meditar replicó sorprendido ante las explicaciones que le daba Shanjian Dashi: “¡Pero eso es una manipulación de la mente!”. Al decir eso, no solo estaba denunciando una maniobra ilegítima; la premisa implícita era que en nuestro estado habitual la mente está libre y limpia de manipulaciones. Pero la neurociencia demuestra que nada está más lejos de la verdad…

En su libro Sleights of Mind: What the Neuroscience of Magic Reveals About Our Everyday Deceptions (“Trucos de la mente. Lo que la neurociencia de la magia revela sobre nuestros engaños cotidianos”), Stephen L. Macknik y Susana Martínez-Conde ilustran sus conocimientos técnicos sobre el cerebro humano y la percepción sensorial con las prácticas de varios magos profesionales que, por pura intuición y sin formación científica alguna, son capaces de aplicar estos principios de forma brillante y espectacular. En realidad, no hay magia como tal: hay destreza manual, sugestión psicológica, recursos dramáticos, etc., y en la medida que eso se oculta o disimula hay misterio, pero en el fondo son las limitaciones y deficiencias de nuestros procesos de percepción sensorial y cognitiva, bien explotadas por el mago, las que hacen posibles esos trucos asombrosos. Por si eso fuera poco, algunas de las conclusiones de este estudio encajan formidablemente bien con la comprensión budista de los procesos de la mente. ¡Qué pena que Shanjian no llegara a conocerlo, porque seguro que lo habría disfrutado una barbaridad! 

La verdad inquietante es que tu cerebro genera la realidad, sea visual o de otro tipo. Lo que ves, oyes, sientes y piensas se basa en lo que esperas ver, oír, sentir y pensar. A su vez, tus expectativas se basan en todas tus experiencias previas y recuerdos. Lo que ves en el “aquí y ahora” es lo que te fue útil en el pasado (…). En lo esencial, eres una máquina de predecir, y predices sin esfuerzo y correctamente casi todos los acontecimientos que van a ocurrir en tu vida. (…) El hecho de que la conciencia dé la impresión de ser una transcripción de la realidad sólida, robusta y repleta de hechos no es más que una de las ilusiones que tu mente se crea para sí misma (…) En realidad no “ves” nada; más bien procesas patrones relativos a objetos, personas, escenas y acontecimientos para generar representaciones del mundo.

Lo cierto es que todos tenemos algo de mago, nos guste o no, por el mero hecho de estar percibiendo sensorialmente este mundo, aunque demasiado a menudo caigamos en una especie de “magia negra” involuntaria e inconsciente cuyos principales perjudicados somos nosotros mismos. El Dharma reconoce que no podemos evitar hacer magia (es decir, percibir ilusiones), ya que nuestros limitados sentidos siempre crean representaciones aproximadas de la “realidad”, pero sí favorece que practiquemos una magia natural e inofensiva en vez de su contraparte dañina. Algo parecido, visto desde otro ángulo, es lo que dijo Einstein en una cita clásica:

El ser humano es parte del todo que llamamos el universo, una parte limitada en el tiempo y el espacio. Se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y emociones, como si fueran algo separado del resto –una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es una cárcel para nosotros, que nos reduce a nuestros deseos personales y al afecto sólo para las pocas personas que nos son cercanas. Nuestra tarea debe ser la de liberarnos a nosotros mismos de esta cárcel ampliando la esfera de nuestra compasión hasta abrazar a todos los seres vivos y a la naturaleza entera en toda su belleza.

Si alguno no cree en las auto-manipulaciones inconscientes de la mente, que compruebe cómo somos capaces de engañarnos a nosotros mismos si las condiciones del entorno lo recomiendan por cualquier motivo. ¡Es muy divertido! … y al mismo tiempo, también explica multitud de comportamientos y actitudes ridículas que adoptamos los humanos. 


En otra época, habría pensado que gentes como esta son pérfidos mentirosos, perfectamente conscientes de la falsedad que están proclamando, y aun así mintiendo como bellacos. Sin embargo, ahora me inclino a aceptar otro punto de vista más comprensivo: que como nuestras ideas y razones resultan más eficaces y persuasivas cuanto más creemos en ellas, la mente tiende a hacernos creer lo que nos conviene en cada momento, según sus propios cálculos (inconscientes pero férreos en defensa del interés propio). Se trata por tanto de una variante más de la disonancia cognitiva, o, si se quiere, otro truco más de magia con el que nos engañamos cuando hay alguna ventaja en ello. 

Bien: tenemos cinco sentidos limitados en su alcance y precisión, una mente que crea sin control “la realidad” y además la interpreta erróneamente, fuerzas internas y externas que influyen decisivamente en nuestra percepción sensorial, llegando a inventarse sabores y olores inexistentes en reacción a presiones sociales o psicológicas (y no hablamos de psicópatas; son fenómenos cotidianos de gente considerada “normal”) …

En resumen: ¿puede haber mejor recomendación para no tomarnos las cosas demasiado a pecho ni a nosotros mismos demasiado en serio? La exactitud de nuestra visión del mundo es un caso perdido, pero la magia y el Dharma nos enseñan que el mundo de las ilusiones puede ser maravilloso y de gran belleza si lo vivimos con la distancia justa. ¿Para qué enrocarnos en la realidad y trascendencia de nuestros delirios, como simios borrachos convencidos de su propia importancia?

PD: Aquí va un enlace a la Magia Potagia del genial Juan Tamariz –la vía por la que muchos nos aficionamos a este arte: 



(Mala calidad de imagen al principio, luego se corrige).

4 comentarios:

Infinitocero dijo...

Curiosamente, algo similar acabo de escribir, pero desde una perspectiva más estrictamente psicológica, relacionado en esta ocasión con los "mecanismos de defensa del psicoanálisis" de Freud. "Magia potagia" se centra más en la construccion de los fenómenos que percibimos en nuestro entorno y "Freud y el budismo" lo hace en la construcción de ese "yo" con el que nos identificamos.
Me parece que ambos escritos se complementan.

http://impresionesdeuno.blogspot.com.es/2016/01/freud-y-el-budismo.html

Jué-shān 崫 山 dijo...

En mi caso, cuando releo lo que he escrito casi siempre constato que, una vez más, no he dado con la tecla apropiada: me resulta todo demasiado intelectual. Y es cierto que no hay que despreciar la inteligencia y tirarla por la ventana, pero el camino de verdad es otra cosa que aún no alcanzo a transmitir... Así que por ahora lo que escribo es un pálido reflejo de lo que vivo y siento: cuatro trazos torpes a modo de mapa y unas tijeras podadoras para desbrozar el inicio de la senda... Ojalá sean útiles!

Infinitocero dijo...

Sin duda a mi también me pasa. Siento que tengo que tirar demasiado de intelecto para tratar de ordenar lo que quiero transmitir y que, de esta manera, sea entendible. Y, muchas veces, concluyo que hubiera podido ser mejor pedagógicamente expresado. Aunque, a veces, casi siempre al final de los textos me permito esa especie de escritura espontánea que evoca a la experiencia budista, pero que no puede ser comprendida intelectualmente y que tiene más que ver, si acaso, con los fundamentos de la poesía o de una suave y dulce prosa. Por otro lado, también me parece, en base a la propia experiencia, que, sobre todo al inicio de la práctica, un poco de comprensión intelectual de los fundamentos de lo que aquí pretendemos es de considerable ayuda. Pero sólo hasta que, sentado en el cojín, la conciencia se abre como una flor en primavera dirigiendo sus pétalos en todas direcciones. Entonces, no es que nos deshagamos del intelecto, sino que éste amable y momentáneamente se retira al lugar que le corresponde para ceder el mando a "eso", hasta que, nuevamente sea requerido.

Unknown dijo...

Si que son utiles!!! Aunque te comprendo.... Personalmente no trasmites una imagen de excesos intelectuales, salvo por las gafas..... y tu imagen del mono contraresta cualquier sobrada intelectual que puedas escribir en el blog :-)
un abrazo!