¡¿Cómo
no me había dado cuenta antes?! Al hilo de la entrada anterior, el Mantra de la
Gran Compasión (Mahakaruna Dharani en
su nombre sánscrito o Dabei Zhou en
chino) es una oportunidad magnífica de convertirnos en dinamos del Dharma.
Los tres
tomos del comentario de Shanjian Dashi explican cómo hacerlo. Y es que, a
diferencia de las banderas y los molinos de oraciones sembrados por todo el
Himalaya, en este caso hay una mente y cuerpo humanos que entonan el mantra y
lo proyectan en todas direcciones, hacia fuera y hacia dentro, con la energía
de la propia fuerza vital. Eso está muy, pero que muy lejos de ser algo
meramente mecánico que produce efectos mágicos por simple repetición y por eso hace
falta explicarlo bien, para alcanzar una comprensión interna de lo que es el
mantra, cómo funciona y por qué. Ahora tenemos la suerte de contar con un texto
que lo expone de manera clara y comprensible, sin artificios ni misterios (con
un poco más de suerte, dentro de un tiempo no muy largo tendremos también versiones
traducidas al español).
Así que ya
he empezado a practicar con el mantra, camino de las 10.800 veces que la
tradición establece como necesarias para desplegar toda su eficacia, como quien
se enfrenta a la ascensión de una montaña altísima, casi inalcanzable, con la
cumbre velada por la niebla... pero con el recuerdo del maestro y el bodhisattva
Sahasrabhuja en el corazón y animado por la certeza de que al recitar el mantra
correctamente se hace un mayor servicio que todas las banderas y molinos de
oraciones, porque lo impulsa la fuerza de la vida que se abre a la
magnificencia de la compasión, el amor benevolente y la alegría budistas.
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