jueves, 22 de diciembre de 2011

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Hay poderosas razones por las que la comprensión del proceso de la disonancia cognitiva, junto con las prácticas curativas que lo acompañan, debería formar parte de las primeras etapas de cualquier camino espiritual que aspire a ser sano y estable.

Como quizá ya sepas, la psicología budista habla de tres grupos principales de complejos de recuerdos relacionados con nuestros centros visceral, emocional y mental. Debido a que son subconscientes, estas tendencias o “identidades” suelen pasarnos desapercibidas y solo se detectan una vez ya han ejercido su influencia –lo cual a menudo es demasiado tarde, dada su naturaleza distorsionada y egoísta. Por tanto es evidente que representan un obstáculo formidable para desarrollar y cultivar no solo el Recto Pensamiento, la Recta Palabra y la Recta Acción del Noble Óctuple Sendero sino también, a un nivel más básico, la mismísima atención plena que el Budadharma recomienda para la vida diaria.

Como dice el Dhammapada: “Las gentes insensatas e ignorantes se permiten llevar vidas descuidadas, mientras que el sabio mantiene su atención como su posesión más preciada. […] El monje que se complace en estar atento, y reconoce el peligro de la negligencia, progresa como un incendio forestal, consumiendo todos los obstáculos grandes o pequeños que haya en su camino. El monje que se complace en estar atento, y reconoce el peligro de la negligencia, es incapaz de dejarse caer”.

A no ser que se descubran y disuelvan (o al menos se reduzca su poder considerablemente), estas identidades subliminales se alimentan del descuido y de hecho gobiernan nuestras vidas desde los rincones oscuros de la mente mediante sus motivaciones manchadas, a menudo discrepantes entre sí. Su instrumento más eficaz a tal fin son las soluciones cognitivas fraudulentas pergeñadas por la disonancia cognitiva.

Darse cuenta de ello es algo sumamente relevante en un camino de liberación como el Budadharma, en donde es muy probable que los avances del estudiante en la comprensión, la meditación y sobre todo en la aplicación de sus descubrimientos a la vida diaria despierten la oposición tenaz aunque solapada de las identidades, y a veces una auténtica cacofonía de cantos de sirena destinados a desviarle de la transformación interna que tanto amenaza a su hegemonía.

La disonancia cognitiva es por tanto una de las enseñanzas más importantes que se pueden ofrecer si es que hemos de derrotar a las resoluciones de disonancia de la identidad. Como herramienta conceptual, este conocimiento deja bien clara la relevancia del Dharma en nuestras vidas diarias al desemascarar los trucos mentales que solemos hacernos cuando nos topamos con contradicciones y conflictos entre nuestras creencias y nuestros actos. Como instrumento sobrio de introspección y comprensión que es, este enfoque realista nos baja de las nubes y marca un rumbo sano y sensato que lleva a una mayor conciencia de nuestra condición humana, su potencial y sus dificultades, en contraposición con fastuosas iluminaciones futuras que supuestamente vayan a eliminar todos nuestros problemas de una vez por todas como por arte de magia.

A medida que vayamos leyendo estas detalladas explicaciones, cada uno de nosotros que sea capaz de verse a sí mismo con suficiente honradez en la intimidad de su propia mente probablemente reconocerá ocasiones en las que se comportó con disonancia cognitiva o tuvo la tentación de hacerlo. Con un poco de suerte, se dará cuenta entonces de la necesidad absoluta de entender a fondo cómo funciona, para así neutralizar sus posibles efectos adversos sobre su desarrollo correcto y natural como ser humano en camino de liberarse de las cadenas del samsara manchado.

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