lunes, 5 de diciembre de 2011

La gloriosa vuelta a casa en el camino natural


Traducido de www.mahabodhisunyata.us:

Hay que empezar por decir sin rodeos que el camino de vuelta a casa es un viaje magnífico, pero en absoluto fácil. Si crees que lo único que tienes que hacer es ponerte a usar ahora esta mente inteligente que te imaginas que has heredado como homo sapiens, te equivocas.

Esta mente que tienes es una abominación.

La naturaleza le dio al hombre, y por supuesto a la mujer, la capacidad de ser quizá el mayor defensor de la evolución, el guardián sabio de la diversidad de la vida.

La leyenda dice que en el árbol que descubrió Eva había una manzana de sabiduría. Me temo que no es exactamente cierto.

Lo que Eva descubrió fue una caja negra, que al tocarla decía sin rodeos: “No abras esta caja bajo ninguna circunstancia a menos que seas un sabio”.

El problema es que Eva no tenía ni idea de lo que era un sabio y por otra parte la caja no estaba cerrada con candado.

Así que la abrió. Dentro había una pistola cargada, con seis balas en la recámara.

Sintió una gran curiosidad.

Se asomó a mirar por el pequeño agujero y apretó el gatillo para ver qué pasaba.

No supo que la primera bala que entró en el hemisferio izquierdo de su cerebro se llamaba “palabras y conceptos”. Entonces supo que la cosa se llamaba “pistola” y le encantaron todas esas palabras que ahora podía usar. Así que caminó hasta donde estaba Adán y le pegó un tiro, también en el hemisferio izquierdo.

Naturalmente, se sentaron y hablaron largo y tendido. Juntos, con un poco de insistencia por parte de Eva, decidieron probar otro tiro.

Ambos ya tenían un agujero en la cabeza y no querían hacerse otro, porque ahora habían decidido que “estar guapos”, un nuevo concepto, era importante.

Así que cada uno se pegó otro tiro en el mismo agujero.

La segunda bala tenía un nombre que por el momento desconocían. Era “Dualidad”. Ahora todo tenía sentido. Todo tenía dos partes… Había la parte de ella y la parte de él.

Eva quería usar las últimas dos balas para sí, pero entonces a Adán se le ocurrió una nueva idea dual: que hay un jefe y un no-jefe, es decir, una mujer obediente.

Pero también sabía que existe el “ser justo y no ser justo”, así que cogió la pistola y disparó las últimas balas en el agujero que cada uno ya tenía.

Por supuesto que no tenían idea de que esas dos últimas balas estaban marcadas como “Identidad”.

Estaban encantados, así que echaron a la naturaleza a patadas de su jardín y empezaron a ponerle nombres a todos los animales, de manera que supieran cuáles podían matar a partir de ahora. También les dieron nombre a todas las plantas para poder diferenciarlas y luego vendérselas a sus vecinos a precios diferentes según su grado de rareza.

Esta Identidad y Dualidad les iban de maravilla. Follaron todo lo que quisieron sin la más mínima idea de por qué lo hacían y se inventaron mil y una cosas que desear y a las que apegarse.

Sufrían, pero decidieron que eso era totalmente natural y que bien valía las ventajas que conllevaba.

Luego empezaron a ponerse científicos y se preguntaron por la pistola.

Entonces descubrieron que no había más balas.

Volvieron a la caja para ver si había otra pistola, o al menos más balas. Pero ahí no había nada excepto un pequeño frasco de vidrio transparente.

Estaba marcado nítidamente: “Antídoto del Dharma para quienes sufren los síntomas de la Dualidad e Identidad”.

Eva quiso conservarlo por si valía algo, pero Adán, el jefe, decidió tirarlo por un barranco para estrellarlo contra las rocas y acabar con él.

Lo lanzó a gran distancia. Dio varias vueltas en el aire y por último cayó entre las rocas.

Lo que no sabían es que la naturaleza había hecho un frasco indestructible.

El frasco cayó entre las rocas y en el olvido. Así pues, Adán y Eva siguieron en su pequeño jardín, bien feo ahora porque no tenían tiempo para cuidar de él correctamente.

Eso, por supuesto, ocurrió hace unos catorce mil años, más o menos.

Sus descendientes discutieron y debatieron miles de años después si el frasco realmente era un frasco o un corazón de manzana, el Santo Grial, o la sagrada piedra filosofal. Buscaron pero nunca lo encontraron.

Algunas figuras ilustres encontraron o inventaron otros frascos de distintos colores que, insistían, contenían una poción mágica, pero aunque millones de personas usaron la pócima, que al menos les hacía sentirse santos, no llegaron a convertirse en corrientes.

Ahora, en esta época del Gran Desastre, tenemos en nuestras manos el frasco original que un Sabio sí que encontró y abrió, dejando que el antídoto fluyera en el mundo.

El único problema era que es difícil de ver y espantoso de tragar.

Me parece que es como el natto. Pero cuando lo tomas con gran dificultad, compruebas que sin duda es un antídoto. Hoy se llama Budadharma, pero a pocos les agrada su sabor. La mayoría quiere algo más apetecible.

Así que algunos insensatos inteligentes lo diluyeron, exageradamente en realidad, y lo llamaron budismo.

Los humanos inteligentes, aunque carentes por completo de inteligencia natural, lo diluyen aún más y lo llaman con el atractivo y seductor nombre de Sinatra, “A mi manera” (My Way).

Los humanos adquisitivos lo diluyen con la poción fantásticamente embriagadora de Freddy Mercury, “Lo quiero todo y lo quiero ya” (I Want It All and I Want It Now).

Los humanos sensibles pero confundidos no son capaces de decidir cuál es “a mi manera” y tienen miedo de tomarla, en caso de que “todo” sea demasiado y “ya” sea demasiado pronto.

Solo los valientes se atreven, con pleno conocimiento de que no es fácil en absoluto, pero que en esta vida cualquier cosa que vale la pena exige Energía, Dedicación, Calma, Paciencia, Determinación, y Perseverancia junto con Introspección e Investigación Libre y Crítica.

La pregunta es:

¿Eres alguien que se atreve a convertirse en un “hombre corriente”?

¿Eres alguien que se atreve a convertirse en una “mujer corriente”?

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