miércoles, 12 de enero de 2011

Las Dos Verdades


Traducido de la web www.mahabodhisunyata.us:

¿Recuerdas la historia del rey Midas?

“Midas, rey de Lidia, se hinchó de orgullo al principio cuando se dio cuenta de que podía transformar todo lo que tocaba en oro; pero cuando vio que su comida se quedaba rígida y su bebida se solidificaba en forma de hielo dorado, comprendió que su don era una ruina y, lleno de aversión al oro, maldijo su plegaria”.

Ahora imagina que tú (y todos los demás, excepto los que han despertado) sufres de una condición similar –solo que en tu caso no conviertes en oro las cosas de “ahí fuera” al tocarlas… Conviertes las ilusiones que hay en tu mente en delusiones al darles Nombre y Forma y creer que son reales. Estas delusiones quizá no parezcan tan amenazadoras para la vida como el don del rey Midas, pero son la raíz del sufrimiento y de todas las calamidades que salen de ahí.

Ahora bien, es importante tener presente que, con independencia de lo que ocurra dentro de tu cabeza, lo que está “ahí fuera” no cambia en respuesta a tus pensamientos. Sigue siendo la misma masa vacía, unitaria y cambiante (la podemos llamar energía, si quieres), ya sea que la tomes por ilusión o, por el contrario, creas que es sustancial, separada y duradera.

El problema con cualquier enseñanza es que, al usar Nombre y Forma para explicar cómo funcionan las cosas, corremos el riesgo de “contaminarlas” con la delusión de la existencia separada que a menudo va asociada con los nombres y las formas. No obstante, una vez más, esta “contaminación” solo ocurre dentro de nuestras mentes, no “ahí fuera”, en el mundo del samsara, que permanece básicamente igual, sin verse afectado.

¿Qué hizo el Buda (y Nagarjuna* también) para sortear este dilema, que es un obstáculo común en el camino espiritual? Emplear una expresión como “ni existencia ni no-existencia”. Ambos reconocían dos niveles de verdad (es decir, dos niveles de experiencia humana): el provisional y el definitivo. Sin embargo, eso no quiere decir que reconocieran dos niveles de realidad o existencia. No hay tal cosa como una existencia convencional por un lado y una existencia definitiva por otro; sólo hay algo que se puede llamar “ni existencia ni no-existencia”. De hecho, incluso llamarlo “algo” puede que sea excesivo, pero si no usamos palabras la comunicación se viene abajo, así que tenemos que apañarnos con la mínima cognición y verbalización posibles.

Ten cuidado de no confundir las dos verdades (que no son más que una herramienta para que entiendas lo que sucede dentro de tu mente) con dos realidades separadas. Si lo haces, caes sin darte cuenta en la trampa de la dualidad al exportar las delusiones de tu mente y proyectarlas sobre el mundo de “ahí fuera”.

Recuerda: solo hay “lo que hay”, llámalo como quieras, pero la mente humana puede experimentarlo como una ilusión natural y correcta (el samsara) o bien como una delusión contaminada (el samsara manchado). La elección es nuestra.

Todo es una ilusión, incluso la mente que aparentemente percibe la ilusión, y lo más que podemos acercarnos a experimentar su verdadera naturaleza, por así decir, es a través del despertar –que, si recuerdas las enseñanzas, ocurre de forma subliminal en el hemisferio derecho del cerebro y luego también se contamina en cuanto se convierte en objeto de la conciencia en el izquierdo.

Así pues, una vez más, no le concedas una realidad artificial a las explicaciones verbales que uso sólo para ayudarte a entender mejor cómo funcionan las ilusiones del samsara, que son naturales y correctas. No podemos escapar de la ilusión mientras vivamos en este cuerpo-mente humano, con su limitado aparato sensorial; pero podemos experimentar esta ilusión como algo correcto y natural, que promueve la vida en armonía y equilibrio, o bien como algo manchado y torcido, que daña la fuerza de vida natural dentro de uno mismo y de todos los seres vivos.

Por favor, esfuérzate en entenderlo; no es ninguna tontería. Todo es ilusión, desde luego, pero puede ser una ilusión magnífica y grandiosa, en unión con todos los aparentes seres vivos del universo. La elección está en tus manos… y en tu mente.

*A Nāgārjuna (c. 150–250 d.C.) se le puede considerar el pensador budista indio más influyente después de Gautama Buda. Fundó la escuela del Madhyamaka (camino medio) del budismo Mahāyāna (gran vehículo). Fue el primero en proponer la doctrina de las dos verdades, ejerció como abad de la famosa universidad budista de Nalanda y se le atribuyen las exposiciones más elocuentes de la doctrina de la vacuidad (śūnyatāvada). Los escritos de Nāgārjuna ejercieron gran influencia no solo en el desarrollo del pensamiento Mahāyāna sino también a la hora de impulsar ciertas respuestas hindúes al budismo (en particular, desde la escuela Advaita). Además, las ideas de Nāgārjuna dieron pie al nacimiento en China de la escuela de los tres tratados (Sanlun).

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