miércoles, 1 de diciembre de 2010

Siete Flechas (2)

El Círculo

Querido Lector:

Si tú y yo estuviéramos sentados en un círculo de personas en la pradera, y si yo entonces colocara un tambor pintado o una pluma de águila en el centro de este círculo, cada uno de nosotros percibiría estos objetos de manera diferente. Nuestra visión de ellos variaría de acuerdo con nuestras posiciones respectivas dentro del círculo, y cada una de ellas sería única.
Nuestras percepciones particulares de esos objetos dependerían también de mucho más que sólo las distintas posiciones desde las que los contempláramos. Por ejemplo, uno o varios de nosotros podría sufrir de daltonismo, o de miopía. Cualquiera de estas dos diferencias físicas influiría en nuestra percepción de los objetos.
Hay nivel sobre nivel de perspectivas que debemos tener en cuenta cuando intentamos comprender nuestra percepción individual de las cosas, o cuando intentamos ponerlas en relación con las de nuestros hermanos y hermanas. Todas y cada una de nuestras experiencias previas en la vida afectarán de alguna manera la perspectiva mental desde la que vemos nuestro entorno.
Por ese motivo, un objeto o acontecimiento particular puede parecerte temible a ti a la vez que a mí me da gusto o le parece absolutamente indiferente a un tercero. Todo lo que percibimos estimula nuestra imaginación individual de maneras diversas, lo que a su vez nos lleva a crear unas interpretaciones únicas de ellos. El amor, el odio, el miedo, la confusión, la alegría, la envidia, y todas las demás emociones que sentimos, actúan sobre nosotros y pintan nuestra percepción de las cosas de distintos colores.
Si el objeto que colocase dentro del círculo fuese una abstracción, como una idea, un sentimiento, o una filosofía, nuestras percepciones serían aún más complicadas que si el objeto fuera algo tangible. Y más aún, el número de percepciones distintas de ello aumentaría a medida que más y más gente se añadiera al círculo. La percepción de cualquier objeto, ya sea tangible o abstracto, se convierte en último término en algo mil veces más complicado siempre que se contempla desde el círculo del conjunto de un Pueblo entero. La comprensión de esta verdad es la primera lección de la Rueda de la Medicina, y es una parte vital de la Enseñanza de la Danza del Sol.


La Rueda de la Medicina


En varios sentidos, la Rueda de la Medicina puede entenderse mejor si la concibes como un espejo en el que todo se refleja. “El Universo es el Espejo del Pueblo”, nos dicen los viejos Maestros, “y cada persona es un Espejo para todas las demás personas”.
            Cualquier idea, persona u objeto puede ser una Rueda de la Medicina, un Espejo, para el hombre. La flor más diminuta puede ser uno de estos Espejos, como lo puede ser un lobo, un cuento, un toque, una religión o la cumbre de una montaña. Por ejemplo, una persona sola de noche en la cumbre de una montaña puede sentir miedo. Otra podría sentirse tranquila y en paz. Y una tercera podría sentirse sola, y una cuarta podría no sentir nada en absoluto. En cada caso la cumbre sería la misma, pero sería percibida de maneras diversas al reflejar los sentimientos de las distintas personas que la experimentaban. Este libro, Siete Flechas, es uno de estos Espejos. Es una Rueda de la Medicina, al igual que lo eres tú.
            Aquí tenéis un dibujo de una Rueda de la Medicina sencilla [dos círculos concéntricos hechos con piedras y conectados entre sí por cuatro líneas en cruz, también hechas con piedras]. Entre el Pueblo, los Maestros solían construirlos con pequeñas piedras o cantos, que colocaban de esta manera en el suelo ante ellos.
            Cada una de estas pequeñas piedras de la Rueda de la Medicina representa una de las muchas cosas del Universo. Una te representa a ti, y otra me representa a mí. Otras encierran en sí a nuestras madres, padres, hermanas, hermanos y a nuestros amigos. Hay otras que simbolizan halcones, búfalos, alces y lobos. También hay piedras que representan religiones, gobiernos, filosofías, incluso naciones enteras. Todas las cosas están contenidas en la Rueda de la Medicina, y dentro de ella todas son iguales. La Rueda de la Medicina es el Universo Total.
            Nuestros Maestros nos dicen que todo lo que está dentro de esta Rueda del Universo sabe de su Armonía con todas las demás cosas, y todos saben cómo Regalar el uno al otro, excepto el hombre. De todas las criaturas del Universo, nosotros somos los únicos que no empezamos nuestras vidas con el conocimiento de esta gran Armonía.
            Todas las cosas de la Rueda del Universo tienen espíritu y vida, incluidos los ríos, las rocas, la tierra, el cielo, las plantas y los animales. Pero sólo el hombre, de todas las Criaturas de la Rueda, es un determinador. Nuestro espíritu determinador sólo puede completarse mediante el conocimiento de nuestra armonía con todos nuestros hermanos y hermanas, y con todos los demás espíritus del Universo. Para conseguir esto debemos aprender a buscar y a percibir. Tenemos que hacer esto para encontrar nuestro lugar en la Rueda de la Medicina. Para encontrar nuestro sitio debemos aprender a Regalar.
            La Búsqueda de la Visión, o búsqueda de la percepción, es la manera en que debemos comenzar esta busca. Todos debemos seguir nuestra Búsqueda de la Visión para descubrirnos a nosotros mismos, para aprender cómo nos percibimos, y para encontrar nuestra relación con el mundo que nos rodea.