jueves, 15 de enero de 2015

Un Dharma ambulante



Si tuviera que condensar lo que he aprendido del Dharma para alguien que estuviese empezando en el camino, ¿qué le diría? Hay muchas opciones, pero entre ellas sobresalen dos.

La primera, que el cómo importa tanto como el qué, si no más. No se trata de hacer cosas que antes no hacías sino de vivir la vida de otra forma. Por usar un símil, no es cuestión de añadir una aplicación más; la idea es cambiar el sistema operativo completo. Eso explica, por ejemplo, por qué los preceptos budistas no son mandamientos al estilo judeocristiano, sino recomendaciones de abstenerse de hacer ciertas cosas de cierta manera –dañando a los demás y con la propia identidad por delante.

La segunda, e íntimamente ligada a la anterior, es que el gran secreto, hagas lo que hagas, está en quitarse de enmedio. Eso vale tanto para las meditaciones en teoría más avanzadas como para los quehaceres más mundanos que te puedas imaginar.

Anoche, sin ir más lejos, volví de casa de mi hermano dando un paseo mientras recitaba para mis adentros el mantra de la gran compasión.

Entonces, mientras caminaba, me abrí sin querer a todas las experiencias de mis sentidos y me acordé de todas esas personas que, por enfermedad, vejez o muerte, ya no pueden hacer algo tan sencillo como pasear. Y de verdad les dediqué ese paseo, llevando en mi corazón a todos los que no pueden dar ni un paso, sintiendo por ellos el frío de la noche de enero en mis mejillas, el ritmo regular de mis pulsaciones, mi respiración, mis zancadas, y oyendo cómo crujía suavemente bajo mis botas la escarcha recién formada en las aceras, bajo la pálida luz de las farolas. Mi cuerpo y mente se convirtió en su cuerpo y mente.

Solo esa dedicatoria transformó el paseo en algo maravilloso, porque desaparecí en el caminar y en nuestra energía compartida; por esas calles, en apariencia vacías, iba todo un universo paseando. Una pura maravilla.

En este mundo de deseo, acumulación y alarde de objetos, honores y conocimientos cognitivos, no hay placer comparable a desaparecer en la acción, compartiendo y unificando nuestra energía sin identidad con lo que es, incluso si no está al alcance nuestros sentidos.

Pruébalo. Te podría cambiar la vida.

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