Si tuviera que condensar lo que he aprendido del Dharma para
alguien que estuviese empezando en el camino, ¿qué le diría? Hay muchas
opciones, pero entre ellas sobresalen dos.
La primera, que el cómo importa tanto como el qué, si no más.
No se trata de hacer cosas que antes no hacías sino de vivir la vida de otra forma.
Por usar un símil, no es cuestión de añadir una aplicación más; la idea es
cambiar el sistema operativo completo. Eso explica, por ejemplo, por qué los
preceptos budistas no son mandamientos al estilo judeocristiano, sino
recomendaciones de abstenerse de hacer ciertas cosas de cierta manera –dañando
a los demás y con la propia identidad por delante.
La segunda, e íntimamente ligada a la anterior, es que el gran
secreto, hagas lo que hagas, está en quitarse de enmedio. Eso vale tanto para
las meditaciones en teoría más avanzadas como para los quehaceres más mundanos
que te puedas imaginar.
Anoche, sin ir más lejos, volví de casa de mi hermano dando
un paseo mientras recitaba para mis adentros el mantra de la gran compasión.
Entonces, mientras caminaba, me abrí sin querer a todas las
experiencias de mis sentidos y me acordé de todas esas personas que, por
enfermedad, vejez o muerte, ya no pueden hacer algo tan sencillo como pasear. Y
de verdad les dediqué ese paseo, llevando en mi corazón a todos los que no
pueden dar ni un paso, sintiendo por ellos el frío de la noche de enero en mis
mejillas, el ritmo regular de mis pulsaciones, mi respiración, mis zancadas, y
oyendo cómo crujía suavemente bajo mis botas la escarcha recién formada en las
aceras, bajo la pálida luz de las farolas. Mi cuerpo y mente se convirtió en su
cuerpo y mente.
Solo esa dedicatoria transformó el paseo en algo
maravilloso, porque desaparecí en el caminar y en nuestra energía compartida;
por esas calles, en apariencia vacías, iba todo un universo paseando. Una pura
maravilla.
En este mundo de deseo, acumulación y alarde de objetos, honores
y conocimientos cognitivos, no hay placer comparable a desaparecer en la acción,
compartiendo y unificando nuestra energía sin identidad con lo que es, incluso
si no está al alcance nuestros sentidos.
Pruébalo. Te podría cambiar la vida.
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