La
naturaleza es realmente asombrosa. Este vídeo muestra a unos delfines de la
especie tursiops truncatus que usan
una técnica de pesca nunca vista antes. Las imágenes dan fe de una inteligencia
y una creatividad naturales que muchos creerían reservadas a los humanos.
Nadando
por aguas poco profundas en el Golfo de México, los delfines localizan primero un
banco de peces y luego uno de ellos lo rodea al tiempo que va golpeando el fondo
con su cola, levantando así suficiente arena para formar un cerco alrededor del
banco. Entonces, los peces se sienten acorralados por lo que parece una red que
se cierra sobre ellos, saltan del agua para escapar y... caen en las fauces de
los delfines, que les esperan con la boca abierta, casi con una sonrisa –ciertamente
parecen divertirse mucho con esta arte de pesca.
Quizá
sea casualidad, pero los círculos que dejan en el agua me recuerdan mucho a los
círculos Zen llamados ensō, trazados
con la misma naturalidad cuando están bien hechos, sin identidad que los controle.
Qué
distintos estos círculos de arena de las añagazas y encerronas que nos tendemos
los humanos unos a otros cuando detrás hay alguien que quiere beneficiarse y
medrar. En nuestra sociedad consumista y competitiva, hemos hecho de la media
verdad un arte y de la argucia un estilo de vida. Pero todo es feo, forzado,
ramplón, sin vuelo –por hablar solo de estética.
La
naturaleza también engaña, cierto, pero no hay un “yo” que se aproveche de
ello. En cambio, mira casi cualquier engañifa humana y captarás enseguida el
tufillo de la identidad que se frota las manos y sale ganando con el trato, ya sea
una persona, una empresa o un partido político.
El
camino espiritual tampoco es una excepción. No es que las ropas exóticas, los
rituales impactantes o los ambientes evocadores sean de por sí un indicio de
mala intención, pero tampoco son garantía de nada y es fácil apegarse a ellos y
despistarse. Eso sí, ante alguien que se adorna mucho al hablar u ofrece
explicaciones nebulosas sin fundamento aparente, cuidado:
en el mejor de los casos, no tiene las ideas claras, y en el peor, hay trampa
por algún lado. ¿Son herramientas necesarias o una cortina de humo que te
impide ver lo que está pasando y te puede llevar a saltar adonde menos te
conviene?
Para mí,
ésa es la enseñanza que estos delfines tursiops
truncatus ilustran con elegancia insuperable: A río revuelto, ganancia de pescadores. Y a la inversa, podríamos
decir que en la claridad de la comprensión, nadamos como pez en el agua.
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