domingo, 29 de abril de 2012

Entrevista con Helen Tworkov (3)


WIE: Estoy de acuerdo contigo en cuanto al tipo de influencia que el budismo puede tener a nivel relativo, pero en el epílogo a Zen in America hiciste algunas observaciones bastante provocadoras. Dejaste bien clara la distinción entre realizar un cambio al nivel relativo – por ejemplo, elevar el estándar para la ética o la moral– e interpretar la propia experiencia desde una perspectiva iluminada o hacer que tus acciones sean expresión de una perspectiva verdaderamente iluminada. Dijiste que reemplazar la meta de la iluminación por la meta de una conducta ética no informada por una mente despertada “se alimenta y aporta combustible a la resistencia humana a lo desconocido y lo incognoscible, que está en el corazón de toda búsqueda religiosa”.

HT: Así es. Pero todo tiene que funcionar a la vez, porque el efecto de la iluminación de cualquier persona solo va a llegar hasta el punto adonde el resto de la sociedad esté dispuesta a ir.

WIE: ¿Puedes explicar lo que quieres decir?

HT: Bueno, puedes tener a un gran santo entre la gente, pero ¿cómo es de fértil la tierra para recibir lo que tiene que ofrecer? Muy poca gente quiere la iluminación. Quizá es algo que ocurra en el proceso evolutivo de la humanidad –no tengo ni idea. No sé si la gente en esta época quiere alcanzar la iluminación más o menos de lo que querían hace dos mil años. Pero es totalmente cierto que queremos saber sobre las cosas. Y no queremos saber nada del no saber. Muy poca gente quiere saber sobre eso.

WIE: ¿Crees que los practicantes budistas de hoy saben que no quieren eso?

HT: No, no lo creo –no lo creo.

WIE: ¿Crees que se engañan a sí mismos? ¿Se creen que quieren la iluminación?

HT: ¡Claro que se engañan a sí mismos! Claro. ¿Quién de entre nosotros no se engaña a sí mismo?

WIE: Quiero decir en términos de la propia comprensión básica de la relación de cada uno con el camino. Uno podría saber, por ejemplo, que quiere ser un buen samaritano, quiere ser generoso, quiere ser compasivo –pero no quiere alcanzar la iluminación.

HT: Sí, y creo que una de las cosas que están ocurriendo ahora es que la gente ha crecido y se ha dado cuenta de que igual no quieren lo que creían que querían. Te pasas veinte años en el camino y has hecho todos estos votos de renuncia y luego te das cuenta de que no quieres renunciar a nada. En el epílogo describí una conversación que tuve con un instructor budista, que dijo: “Me importa una mierda la iluminación”. Vaya, es una actitud muy tonta para cualquier budista, sea un budista Zen o cualquier otro.

Pero lo que estamos viendo es que ahora tenemos un grupo de personas que están decepcionadas con su práctica. Puedes sentarte durante veinte años y no alcanzar la iluminación. Así que dices: “Eh, ¿qué ha pasado? Al diablo esta tradición. No me he iluminado, así que que le den”. Te desilusionas y luego empiezas a cambiar tu perspectiva sobre las cosas. Este cambio de perspectiva va a secularizar las enseñanzas. La secularización viene de personas que tuvieron un gran desencuentro con su maestro. Descubren que no les gusta su maestro o que su maestro no es quien ellos creían que era. Entonces sus puntos de vista cambian debido al enfado, la amargura y la desilusión –realmente no importa cuál sea la causa. Aun así, la secularización de estas enseñanzas es inevitable. Hay muy poca gente que quiera recorrer el camino entero de vivir una vida verdaderamente madura, auténtica, no dualista o autónoma.

WIE: Correcto, así es.

HT: Pero eso no significa que puedas rechazar el resto, porque el resto tiene un enorme—

WIE: Valor relativo.

HT: Sí.

WIE: Pero ¿qué puede ayudar a mantener con vida la tradición de la iluminación?

HT: Creo que los monasterios representan eso, y que es importante que exista esa representación. No quiere decir que sean fábrica de iluminación, pero son balizas de esa posibilidad. Es muy difícil crear balizas de esa posibilidad sin eso. No estoy 100% segura de que no se pueda; simplemente es difícil.

En la tradición judía no hay un historial de entornos monásticos, y tampoco hay una fuerte tradición viva de iluminación fuera de la secta jasídica [una rama ortodoxa del judaísmo]. Pero si le echas un vistazo a la cultura jasídica, es de lo más monástico que te puedas encontrar. Hay sexo y bebés, pero básicamente toma a todos los hombres y mujeres y niños y los reúne en una situación de olla a presión en la que el rebe es como un maestro Zen. Tiene todas estas experiencias extáticas y visiones de iluminación increíbles, y lo que él diga se acepta.

WIE: Estaba involucrado en todos los aspectos de la vida comunitaria.

HT: Totalmente. El rebe parece monástico en el sentido de que se pasa el día implicado con la tradición y leyendo los textos tradicionales. Así pues, desde un punto de vista antropológico, gran parte de lo que definiría los elementos de “fábrica de iluminación” de un monasterio también se aplicarían a la estructura de los Hassidim.

WIE: ¿Así que crees que es importante que los maestros del Dharma en Occidente tengan algún tipo de realización?

HT: Sí, claro. Me encantaría ver que todos los maestros llegan a la plena realización, pero la triste verdad es que no han llegado. Vemos a más y más maestros activos que no tienen ni idea de lo que es. Es inevitable. Simplemente así es como van a salir las cosas.

WIE: Pero, ¿cómo te sientes a ese respecto, aparte de reconocer que es inevitable?

HT: Bueno, hay muchos que están enseñando Zen que son senseis [instructores] o roshis [maestros] Zen o lo que sea, y en un mundo perfecto, en la tradición Zen tendrían al menos algo de experiencia de—

WIE: ¿Lo no-dual?

HT: Bueno, estoy segura de que tienen algo de experiencia sobre eso. Pero tendrían una comprensión excelente. Y claramente ese no es el caso ahora. Cuando miras a los que enseñaron a la generación anterior y miras a los herederos americanos de esos profesores, hay una gran diferencia. Eso es cierto para todos, ya hables del budismo tibetano, del Zen o del Theravada. Y la gente que más se da cuenta de ello son los instructores americanos –los que estudiaron con los verdaderos maestros. Ellos saben cuál es la diferencia; no son estúpidos.

Es difícil expresar para quienes han llegado hace poco a la comunidad budista –la segunda y tercera generación de practicantes– la increíble suerte que tuvimos en los años ’60 y ’70 al tener a los maestros que vinieron aquí. No eran maestros budistas del montón; recibimos a la flor y nata, por lo que alcanzo a ver. Incluso antes de que Su Santidad el Dalai Lama viniera a Occidente, tuvimos a Dudjom Rinpoche, Kalu Rinpoche, el Karmapa y Trungpa Rinpoche. Había un nivel extraordinario de Dharma que estaba entrando.

WIE: Estás describiendo a personas que emanaban un cierto tipo de realización.

HT: Sí, y lo mismo pasaba con el Zen –te fijas en Soen Roshi, Yasutani Roshi, incluso Nyogen Senzaki– no estás hablando de abades Zen corrientes. ¡Estos tipos que vinieron eran realmente muy extraordinarios! Así que, claro, llegado cierto punto el budismo se va a quedar en esta situación pequeña y elitista o se va a difundir. La secularización de las enseñanzas es inevitable. No tiene sentido lamentarse de ello; tiene que ocurrir. El budismo, como cualquier tradición que lleve 2.500 años de existencia, es enormemente flexible, de lo contrario nunca habría salido de la India.

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