domingo, 29 de enero de 2012

No es un caso aislado

Un comentario a la entrada anterior me ha hecho acordarme de este texto de Joseph Campbell (extraído de The Power of Myth) donde relata un hecho similar, acompañado de unas reflexiones muy esclarecedoras:

“Hay un ensayo magnífico de Schopenhauer en el que se pregunta cómo es posible que un ser humano participe hasta tal punto del peligro o del dolor de otro que sin pensarlo, espontáneamente, sacrifique su vida por la del otro. ¿Cómo es posible que lo que solemos tomar como la primera ley de la naturaleza y de la propia conservación se disuelva de repente?

“En Hawaii, hace cuatro o cinco años, ocurrió un hecho extraordinario que ilustra este problema. Hay un lugar llamado Na Pali, donde los vientos alisios del norte entran a gran velocidad a través de un enorme cañón de montañas. A la gente le gusta subirse ahí para que el viento les acaricie los cabellos o a veces para suicidarse –ya sabéis, es algo como saltar del puente Golden Gate de San Francisco.

“Un día, dos policías subían en coche por la carretera de Na Pali cuando vieron, al otro lado del quitamiedos, a un chico que estaba a punto de saltar. Detuvieron el coche, y el copiloto salió corriendo para sujetar al chico, pero lo agarró justo cuando saltaba y él mismo ya se estaba deslizando hacia el abismo cuando el segundo policía llegó a tiempo y los rescató a los dos.

“¿Os dais cuenta de lo que le había ocurrido a ese policía que se había entregado a la muerte con ese joven desconocido? Todas las demás cosas de su vida se habían esfumado –su deber hacia su familia, su deber hacia su trabajo, su deber hacia su propia vida– todos sus deseos y esperanzas para su vida entera habían desaparecido. Estaba a punto de morir.

“Tiempo después, un periodista le preguntó: “¿Por qué no lo soltó? Iba a matarse”. Y la respuesta fue: “No podía soltarlo. Si hubiese soltado a ese joven, no podría haber vivido ni un día más de mi vida”. ¿Cómo es posible?

“La respuesta de Schopenhauer es que una crisis psicológica de esta magnitud representa la irrupción en la conciencia de una evidencia metafísica, que es que tú y el otro sois uno, que sois dos aspectos de la vida única, y que vuestra separación aparente no es más que un efecto del modo en que experimentamos las formas bajo las condiciones del espacio y el tiempo. Nuestra verdadera realidad yace en nuestra identidad y unidad con toda la vida. Esta es una verdad metafísica que puede captarse de manera espontánea en circunstancias de crisis. Porque es, según Schopenhauer, la verdad de tu vida.

“El héroe es aquel que ha entregado su vida física a algún orden de percatación de esa verdad. El concepto de amar a tu prójimo sirve para ponerte en sintonía con este hecho. Pero ya ames a tu prójimo o no, el hecho es que cuando esa conciencia te posee, eres capaz de poner en peligro tu vida. El policía hawaiano no sabía quién era el chico al que había entregado su vida. Schopenhauer declara que puedes ver que esto mismo ocurre todos los días en pequeñas maneras, todo el tiempo, impulsando la vida en el mundo, en personas que hacen cosas sin identidad, los unos por y para los otros”.

Me pregunto qué habrá sido de ese policía hawaiano. ¿Volvería a su vida normal como si nada hubiese sucedido?

Cuesta creerlo; ¿cómo pretender que no ha pasado nada si de repente has experimentado que dentro de ti surge una fuerza a la que toda tu vida diaria, con sus cálculos y conveniencias, le importa un rábano?

Pero, por otra parte, ¿cómo encajar en esta sociedad si estás impregnado de la experiencia directa de que nada vale nada, excepto la vida?

Probablemente este policía se vio arrojado de sopetón a la misma situación que muchos estudiantes de Chan buscan durante años. El gran dilema.

“¿Qué **** está pasando aquí?”

1 comentario:

Unknown dijo...

Si, pero ahora que tú conoces el mecanismo, ¿te das cuenta que podrías estar condicionando tu actitud si se diera el caso?
Posiblemente fueras a salvar al chico pero lo harías con toda la identidad y ya no serviría para nada excepto para creerte un héroe.
Para el policía: intuyo que la segunda y posteriores veces, si se diera el caso, entraría con su identidad y calcularía mejor su actitud.

A lo mejor sucede eso cuando vas a la meditación... entras con todo el condicionamiento subliminal de la identidad de conseguir algo, y de ahí que sea tan difícil el reflote de tu naturaleza.