domingo, 12 de junio de 2011

Bolongo o muerte


Cuando pienso en esta moda moderna de añadirle elementos de ganancia y promoción personal a cualquier iniciativa, incluidas las que tradicionalmente han sido más altruistas, me viene a la mente un viejo chiste de calibre bastante grueso, muy a la antigua usanza:

Van un inglés, un francés y un español de expedición por la jungla. De repente, cae sobre ellos una horda de nativos, los aprisiona y los lleva a su poblado, donde los arroja en un explanada rodeada de antorchas delante de una gran choza. De la choza sale un hombretón impresionante, les mira con severidad y proclama:

“Yo gran jefe Kabunga… este pueblo mío… esta jungla mía… ¡vosotros enemigos! Pero yo bueno… vosotros elegir… ¡bolongo o muerte!”.

Todos los nativos elevan sus brazos entonces y gritan al unísono: “¡Bolongo, bolongo!”
                                                 
El jefe señala al inglés: “Tú: ¿bolongo o muerte?”

El inglés piensa, “Joder, no sé qué es esto del bolongo, pero no quiero morir aquí”, así que responde sin mucha convicción: “Bolongo”.

Inmediatamente, decenas de hombres del poblado, incluido el jefe, saltan sobre él y lo sodomizan salvajemente entre grandes risas y celebraciones. Luego lo sacan del pueblo y lo dejan tirado, medio muerto, para que se las componga como pueda.

Entonces el jefe señala al francés y le pregunta: “Tú: ¿bolongo o muerte?”

El francés piensa, “¡Putain, qué chungo!”, pero el miedo a morir puede más que su sentido del honor y tras unos instantes de debate interno lo admite con resignación… “Bolongo”.

Inmediatamente, decenas de hombres, incluido el jefe, saltan sobre él y lo sodomizan salvajemente con igual jolgorio y entusiasmo. Al acabar, lo arrastran fuera de la empalizada y lo tiran junto al inglés.

Por último, el jefe señala al español: “Tú: ¿bolongo o muerte?”

El español, lleno de orgullo y dignidad, grita y forcejea: “¡A mí no me toca ni su puta madre! ¡¡Matadme ya, cabrones!!”

Sorprendido, el gran jefe Kabunga se queda parado un momento. “Hmm… Bien, tú morir…”, dice, visiblemente contrariado…

… “Pero antes…”, matiza, al tiempo que una sonrisa ilumina su rostro y se frota las manos, “¡un poquito de bolongo!”

Podemos estar dispuestos a hacer casi cualquier cosa honorable… dar dinero para los haitianos, por ejemplo, o renunciar a nuestro comportamiento egoísta… pero la identidad siempre salta y quiere su parte del botín primero: un poquito de bolongo... un gazpacho de cerezas con nieve de queso fresco, anchoas y albahaca... o cualquier cosa que nos haga sentir que nosotros también salimos ganando.

De eso van estos juegos sociales, también en el mundo de las ONGs. Y los que marcan las reglas del partido saben que todos llevamos a un gran jefe Kabunga dentro.

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