lunes, 15 de noviembre de 2010

¡AbracaDharma!

Ayer hice un experimento curioso: el paseo por el bosque con los perros se convirtió en un paseo por la vacuidad, unidad, impermanencia y clara comprensión que están latentes dentro de mi mente, con fogonazos ocasionales de la fuerza de la vida.

Es decir, salí a dar una vuelta por un bosque que no existe… caminando con un cuerpo y mente que tampoco existen sino que son parte de una totalidad que aún no percibo del todo (aunque intelectualmente sé que está ahí)… con un par de perros que podrían representar los principios masculino y femenino (excepto que en este caso la hembra es mucho más activa que el macho)… dándome cuenta de los cambios ocurridos desde mi último paseo, sobre todo los nuevos árboles derribados por el viento y los destrozos que han hecho los jabalís en el sendero en busca de raíces… y, de vez en cuando, sorprendiéndome con la visión de alguna seta desconocida o de alguna acacia que destacaba entre la espesura con sus colores otoñales… sabiendo todo el tiempo que todo ello era una invención que se iba desplegando en mi mente, completa con la ilusión del tiempo. Incluso mi comprensión de la ilusión era parte de la ilusión.

Shanjiàn: Lo bueno de todo esto es que la comprensión de la ilusión no corta la ilusión y genera un bienestar que permite que la ilusión de belleza también se conozca con bienestar... La respuesta fisiológica normalmente es una sonrisa automática y un paso ligero.

Al final, todo el proceso era tan circular que la situación me pareció cómica sin remedio. Y eso me recordó a algo que le ocurrió a un antiguo amigo, que tenía un loro y varios perros en su casa. Una mañana, al levantarse, vio que la jaula estaba tirada en el suelo y que el loro había desaparecido; sólo quedaba el pico. La conclusión más evidente era que los perros se lo habían zampado; en cambio, él prefirió pensar que el loro se había devorado a sí mismo… dejando tras de sí lo único que no pudo engullir. ¿Verdadero? No sé, no sé; pero más poético sí, sin duda.

Shanjiàn: Muy bonito, pero con una sonrisa pregunto ¿cuál habría sido su conclusión si todos sus perros hubiesen desaparecido y lo único que quedara fueran sus colas?

Bueno, pues esta mente ilusoria también espera que ocurra algún día ese truco supremo de la magia budista por el que se devore a sí misma… dejando a lo mejor detrás un “pico de oro” para poder contárselo a los demás… que tampoco existen.

Shanjiàn: Ahora ves que de hecho eso es lo que ocurre. Te despiertas una mañana y la identidad ha desaparecido... solo encuentras posesiones sin dueño.

A veces parece como si el Dao tuviera un sentido del humor endiablado.


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