martes, 16 de febrero de 2010

Una reflexión sobre las traducciones del Daodejing


En Mahabodhi Sunyata tenemos lista para su publicación –a falta de encontrar algún editor que se anime con el proyecto– una nueva versión del Tao Te Ching (Daodejing en la actual transcripción pinyin del chino, o Dedaojing si invertimos el orden de los dos libros, como parecen recomendar sus respectivos contenidos).

La principal característica de esta obra es su honradez y falta de artificio. Eso no quiere decir que todas las demás sean falaces y mentirosas pero, que yo sepa, ninguna otra le muestra al lector con tal claridad los pasos por los que se ha llegado a traducir de determinada manera cada línea del texto chino. En ese sentido, me recuerda una comparación chocante que leí un vez sobre los antiguos patriarcas: “Un maestro Chan es como una almeja: en cuanto abre la boca, se le ven hasta las tripas”.

En efecto, la inmensa mayoría de las versiones existentes en los mercados de habla española e inglesa le ofrece al lector una versión cerrada: por ejemplo, el capítulo 3 del Dao Jing dice X, Y y Z. Salvo excepciones, no suele haber en ellas ni rastro del texto chino, de las variantes de las diversas fuentes a partir de las cuales se ha recompuesto el texto estándar, ni de la inmensa variedad de significados que puede representar cada carácter chino –por no hablar ya de la relación entre los significados concretos que se han elegido y la vía práctica de meditación que es el Dao. En esas condiciones, cualquier versión que se proponga viene a ser el equivalente de sacarse conejos de la chistera: a lo mejor el público queda asombrado por lo vistoso del truco, pero sigue ignorando por completo cómo se ha conseguido llevar a cabo. Y tampoco es de extrañar que, vista la proliferación de “conejochisteristas” que compiten unos contra otros por recursos limitados (el dinero de sus potenciales clientes), se haya desatado una auténtica carrera de armamentos para producir conejos cada vez más hermosos y atractivos.

La verdad del asunto es que el texto del Dedaojing es extremadamente parco, y a veces incluso hermético. La versión de Shan-jiàn reconoce esa cualidad, y a la vez refleja lo abrupto que resulta para una mente no china asomarse a la experiencia del mundo encarnada en ese idioma. De ahí que su estilo sea deliberadamente tosco, sin adornos ni elaboraciones, sin limar las aristas que provoca el choque de mentalidades tan distintas. Comparado con algunas versiones melifluas, trufadas de un vago misticismo orientalizante, ésta es una alternativa que permite entender cómo se van ensamblando los significados particulares en un diseño general presidido por la coherencia interna. No es exactamente un buffet libre, donde al lector se le lanzan los ingredientes para que los combine por sí mismo como Dios le dé a entender, pero aquí no se camufla nada: todo está expuesto y explicado.

Pero hay más. ¿Qué dice el propio Dedaojing a este respecto? Encontramos una buena pista en el capítulo 15 del Dao Jing, tal como lo comenta Shan-jiàn (si no aparecen los caracteres chinos en vuestra pantalla, probad a descargar las fuentes correspondientes en Windows):

敦(沌)兮(呵)其若樸;
dūn (dùn) xī (hē) qí ruò pǔ
[genuino-¡ah!-como si-cosas-en bruto]

Genuino como (si fuera) cosas en bruto: La mayoría de las veces el carácter 樸, , cuyo sentido es el de ‘cosas en bruto’, se ha traducido como ‘madera sin tallar’, obedeciendo al deseo de impartirle un brillo trascendental al sabio antiguo. Esta madera sin tallar es un símil del estado originario antes de que la mente cognitiva haya tallado sus formas artificiales, aunque útiles.

Si bien es cierto que, de haber llegado al despertar, ese estado primordial alentaría en el sabio, no es a eso a lo que se refieren estas líneas. Al sabio se le consideraba genuino porque no recurría a máscaras sociales. No intentaba engañar e incluso en su trato con la gente corriente –donde podría usar medios diferentes para comunicarse con ellos a su nivel de comprensión– la gente podía ver que era genuino, que no había nada escondido ni nada que se impusiera sobre sus verdades. Sin embargo, todo eso estaba oculto y él tendría el aspecto de las cosas en bruto, algo valorado sólo por los que entienden pero considerado más bien poco avanzado por los que carecen de esa comprensión”.

Parece, pues, que este Dedaojing tosco y recio como una piedra del campo es, a fin de cuentas, lo más genuino y fiel al espíritu de Laozi...

Incluso podríamos decir, si se me permite un juego de palabras atroz, que se trata de un verdadero “Dao-mante” en bruto!

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