Traducido de www.mahabodhisunyata.us:
Hay que empezar
por decir sin rodeos que el camino de vuelta a casa es un viaje magnífico, pero
en absoluto fácil. Si crees que lo único que tienes que hacer es ponerte a usar
ahora esta mente inteligente que te imaginas que has heredado como homo sapiens, te equivocas.
Esta
mente que tienes es una abominación.
La naturaleza
le dio al hombre, y por supuesto a la mujer, la capacidad de ser quizá el mayor
defensor de la evolución, el guardián sabio de la diversidad de la vida.
La
leyenda dice que en el árbol que descubrió Eva había una manzana de sabiduría.
Me temo que no es exactamente cierto.
Lo que
Eva descubrió fue una caja negra, que al tocarla decía sin rodeos: “No abras
esta caja bajo ninguna circunstancia a menos que seas un sabio”.
El
problema es que Eva no tenía ni idea de lo que era un sabio y por otra parte la
caja no estaba cerrada con candado.
Así que
la abrió. Dentro había una pistola cargada, con seis balas en la recámara.
Sintió una gran
curiosidad.
Se asomó
a mirar por el pequeño agujero y apretó el gatillo para ver qué pasaba.
No supo
que la primera bala que entró en el hemisferio izquierdo de su cerebro se
llamaba “palabras y conceptos”. Entonces supo que la cosa se llamaba “pistola”
y le encantaron todas esas palabras que ahora podía usar. Así que caminó hasta
donde estaba Adán y le pegó un tiro, también en el hemisferio izquierdo.
Naturalmente,
se sentaron y hablaron largo y tendido. Juntos, con un poco de insistencia por
parte de Eva, decidieron probar otro tiro.
Ambos ya
tenían un agujero en la cabeza y no querían hacerse otro, porque ahora habían
decidido que “estar guapos”, un nuevo concepto, era importante.
Así que
cada uno se pegó otro tiro en el mismo agujero.
La
segunda bala tenía un nombre que por el momento desconocían. Era “Dualidad”.
Ahora todo tenía sentido. Todo tenía dos partes… Había la parte de ella y la parte de él.
Eva
quería usar las últimas dos balas para sí, pero entonces a Adán se le ocurrió
una nueva idea dual: que hay un jefe y un no-jefe, es decir, una mujer
obediente.
Pero
también sabía que existe el “ser justo y no ser justo”, así que cogió la
pistola y disparó las últimas balas en el agujero que cada uno ya tenía.
Por
supuesto que no tenían idea de que esas dos últimas balas estaban marcadas como
“Identidad”.
Estaban
encantados, así que echaron a la naturaleza a patadas de su jardín y empezaron
a ponerle nombres a todos los animales, de manera que supieran cuáles podían
matar a partir de ahora. También les dieron nombre a todas las plantas para
poder diferenciarlas y luego vendérselas a sus vecinos a precios diferentes
según su grado de rareza.
Esta
Identidad y Dualidad les iban de maravilla. Follaron todo lo que quisieron sin
la más mínima idea de por qué lo hacían y se inventaron mil y una cosas que
desear y a las que apegarse.
Sufrían,
pero decidieron que eso era totalmente natural y que bien valía las ventajas
que conllevaba.
Luego
empezaron a ponerse científicos y se preguntaron por la pistola.
Entonces
descubrieron que no había más balas.
Volvieron
a la caja para ver si había otra pistola, o al menos más balas. Pero ahí no
había nada excepto un pequeño frasco de vidrio transparente.
Estaba
marcado nítidamente: “Antídoto del Dharma para quienes sufren los síntomas de
la Dualidad e Identidad”.
Eva
quiso conservarlo por si valía algo, pero Adán, el jefe, decidió tirarlo por un
barranco para estrellarlo contra las rocas y acabar con él.
Lo lanzó
a gran distancia. Dio varias vueltas en el aire y por último cayó entre las
rocas.
Lo que
no sabían es que la naturaleza había hecho un frasco indestructible.
El
frasco cayó entre las rocas y en el olvido. Así pues, Adán y Eva siguieron en
su pequeño jardín, bien feo ahora porque no tenían tiempo para cuidar de él
correctamente.
Eso, por
supuesto, ocurrió hace unos catorce mil años, más o menos.
Sus
descendientes discutieron y debatieron miles de años después si el frasco
realmente era un frasco o un corazón de manzana, el Santo Grial, o la sagrada
piedra filosofal. Buscaron pero nunca lo encontraron.
Algunas
figuras ilustres encontraron o inventaron otros frascos de distintos colores
que, insistían, contenían una poción mágica, pero aunque millones de personas
usaron la pócima, que al menos les hacía sentirse santos, no llegaron a convertirse
en corrientes.
Ahora,
en esta época del Gran Desastre, tenemos en nuestras manos el frasco original
que un Sabio sí que encontró y abrió, dejando que el antídoto fluyera en el
mundo.
El único problema era que es difícil de ver y espantoso de tragar.
Me
parece que es como el natto. Pero
cuando lo tomas con gran dificultad, compruebas que sin duda es un antídoto.
Hoy se llama Budadharma, pero a pocos les agrada su sabor. La mayoría quiere
algo más apetecible.
Así que
algunos insensatos inteligentes lo diluyeron, exageradamente en realidad, y lo
llamaron budismo.
Los
humanos inteligentes, aunque carentes por completo de inteligencia natural, lo
diluyen aún más y lo llaman con el atractivo y seductor nombre de Sinatra, “A
mi manera” (My Way).
Los
humanos adquisitivos lo diluyen con la poción fantásticamente embriagadora de
Freddy Mercury, “Lo quiero todo y lo quiero ya” (I Want It All and I Want It Now).
Los
humanos sensibles pero confundidos no son capaces de decidir cuál es “a mi
manera” y tienen miedo de tomarla, en caso de que “todo” sea demasiado y “ya”
sea demasiado pronto.
Solo los
valientes se atreven, con pleno conocimiento de que no es fácil en absoluto,
pero que en esta vida cualquier cosa que vale la pena exige Energía, Dedicación,
Calma, Paciencia, Determinación, y Perseverancia junto con Introspección e
Investigación Libre y Crítica.
La pregunta es:
¿Eres
alguien que se atreve a convertirse en un “hombre corriente”?
¿Eres
alguien que se atreve a convertirse en una “mujer corriente”?
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